Inicio > Revista Gerencia de Riesgos y Seguros > Artículos > McKinsey analiza los desafíos en el suministro de materiales clave
ImagenSuministro

McKinsey analiza los desafíos en el suministro de materiales clave

Cristina Leon Vera | 13/12/2025

La segunda edición del Global Materials Outlook, editado por McKinsey, analiza cómo evoluciona la industria mundial de materiales en un contexto marcado por tensiones geopolíticas, nuevas tecnologías y una desaceleración de la transición energética.

En 2024, el sector atravesó un año complejo: aunque los ingresos globales disminuyeron, las empresas lograron preservar márgenes positivos. Las inversiones se han ido desplazando progresivamente de materiales tradicionales —como el carbón o el acero— hacia metales estratégicos como el cobre, el aluminio o el oro.

“Ha sido un año especialmente significativo”, afirmó Patrick Lahaie, socio senior de McKinsey en Montreal durante la presentación del estudio. “Observamos una fragmentación geopolítica creciente, una transición energética más lenta, una recuperación incipiente de la productividad y señales de una desaceleración de la descarbonización en ciertas regiones y sectores”, aseguró.

 

Proteccionismo y tensión geopolítica

En este escenario, los mercados de materias primas están cada vez más expuestos a restricciones comerciales, políticas de nacionalización de recursos y fricciones entre bloques económicos. Así lo advirtió Michel Foucart, asociado en Bruselas, quien destacó que, en los últimos 18 meses, las restricciones a las exportaciones han aumentado de forma significativa, especialmente en el caso de materias primas críticas.

“Esto genera riesgos, como interrupciones en el suministro, pero también abre nuevas oportunidades: incentivos, proyectos estratégicos o mayores márgenes locales”, explicó. Mientras tanto, grandes economías están tomando medidas para fortalecer sus cadenas de suministro. Es el caso de Estados Unidos, que ha impuesto aranceles a productos clave, o de exportadores como Indonesia o China, que exigen mayor procesamiento local o incluso la nacionalización de activos.

El informe de McKinsey señala que, en este contexto multipolar, existe una oportunidad estratégica para expandirse hacia materiales críticos o geografías emergentes, con el apoyo de políticas públicas.

 

Desaceleración verde y auge tecnológico

Una de las tendencias clave de la situación actual del sector es la moderación del ritmo de la transición energética, especialmente en mercados como Europa y EE.UU., donde las ventas de vehículos eléctricos se estancaron y las energías renovables han perdido impulso. “Pero no se trata de un cambio radical: el crecimiento sigue siendo fuerte, solo que más moderado”, asegura en su intervención Karel Eloot, socio de la firma en China.

Aunque la “demanda verde” se ha enfriado, otros sectores están compensando la caída. Uno de los más pujantes es el tecnológico, especialmente el vinculado a la Inteligencia Artificial. Los centros de datos, por ejemplo, podrían representar hasta el 3% de la demanda global de energía en 2030, lo que tendría un efecto directo en el consumo de materiales como el cobre.

Además, emerge una nueva fuente de demanda: el aumento del gasto en defensa, especialmente en Europa y los países de la OTAN. “Si se alcanza el objetivo del 3,5% del PIB (en la Cumbre de la OTAN de 2025, los países miembros se comprometieron a elevar su gasto hasta un 5% del PIB, 3,5% para defensa esencial), esto podría generar entre un 2% y un 8% adicional de demanda en materiales como el aluminio, el acero y el cobre, impulsado por tecnologías como drones, sistemas de defensa y electrónica militar”, asegura el experto.

Por el lado de la oferta, la concentración geográfica se mantiene elevada. China ha consolidado su liderazgo en la cadena de valor, no solo en el refinado, sino también en el desarrollo de nuevos activos en Asia y África. “Mientras tanto, los demás países diversifican más sus inversiones y operaciones, aunque es un avance que lleva tiempo y enfrenta barreras técnicas y económicas considerables”, advirtió Eloot.

 

Productividad, asequibilidad y sostenibilidad

Durante su intervención, Gustav Hedengren, gestor de proyectos de la firma en Estocolmo, abordó cómo la industria minera y metalúrgica intenta equilibrar productividad, costos y sostenibilidad en un contexto de transformación tecnológica y transición energética. Tras el ciclo de altos precios que comenzó en los 2000, las grandes inversiones no se tradujeron en incrementos proporcionales de producción. Los precios comenzaron a bajar a mediados de los 2010, y las empresas del sector se centraron en la eficiencia operativa.

A partir de 2018, la industria entró en una fase de recuperación, interrumpida brevemente por la pandemia, pero que retomó su crecimiento impulsado por la automatización y las tecnologías digitales, que han permitido mejorar tanto la productividad como la eficiencia.

Hedengren advierte que “muchos proyectos futuros aún no son económicamente viables a los precios actuales del mercado”, ya que, en metales críticos como el cobre, el níquel y el litio “el precio de incentivo sigue estando por encima de los niveles de mercado”. Esto muestra que “será necesario seguir mejorando la productividad o desarrollar alternativas tecnológicas” para asegurar un suministro sostenible. En contraste, el uranio presenta “una relación más favorable entre oferta y precio”, aunque la inversión se frena por “la incertidumbre sobre el papel que tendrá la energía nuclear en la transición energética”.

Respecto a la sostenibilidad, y dada la desaceleración anteriormente mencionada, el experto reconoce que el sector representa actualmente más del 15% de las emisiones globales, su reducción será “modesta” y provendrá sobre todo de la descarbonización de la red eléctrica, mejoras de eficiencia y mayor uso de materiales reciclados. “La circularidad es una de las grandes oportunidades, pero no se ha avanzado mucho desde 2015, salvo en baterías”, asegura.

Además, reconoció una “brecha entre la creciente demanda de materiales verdes y la disposición real de los clientes a pagar un sobreprecio por ellos”, especialmente en acero y cobre. Por ello, concluye, las empresas deben “enfocarse en los segmentos de clientes adecuados y construir una propuesta de valor clara que combine sostenibilidad con rentabilidad”.

 

Materiales y energía: perspectivas paralelas

Desde la presentación, Patrick Lahaie insistió en que esta visión global de materiales está plenamente alineada con la perspectiva energética que McKinsey publicó pocos días después. En el informe Global Energy Perspective 2025, la firma destaca que la transición energética global avanza en medio de importantes desafíos, marcados por la incertidumbre política, la necesidad de asequibilidad y la creciente demanda eléctrica.

Aunque persiste la intención de reducir emisiones y avanzar hacia energías limpias, los combustibles fósiles continúan —y continuarán— desempeñando un papel central incluso más allá de 2050. La adopción masiva de combustibles alternativos no se espera antes de 2040, salvo que políticas estrictas aceleren su implementación.

El aumento de la demanda eléctrica, impulsado por la electrificación del transporte y el crecimiento de centros de datos plantea retos adicionales. Las energías renovables y tecnologías de almacenamiento crecerán, pero las trayectorias de descarbonización variarán significativamente según la región. El informe concluye que no existe una única vía para alcanzar los objetivos climáticos, y que una estrategia más eficiente podría consistir en redirigir las inversiones hacia sectores distintos al eléctrico.

donwload pdf
Grandes ciudades, grandes riesgos: Bogotá

Grandes ciudades, grandes riesgos: Bogotá

Capital de Colombia, Bogotá es una de las ciudades más pobladas de América Latina, con más de 7,5 millones de habitantes. Esta urbe, multicultural y vibrante, combina la modernidad actual con un pasado colonial. Asimismo, es el centro político, económico y cultural...

leer más