Cristina Leon Vera | 06/11/2025
La silueta de Chile es una de las más reconocibles en el mapa mundial. Este país alargado y estrecho, enclavado entre la cordillera de los Andes y el océano Pacífico, es un auténtico balcón marítimo. Valparaíso, una de sus ciudades más icónicas, refleja tanto su belleza como los riesgos naturales que enfrenta la región, situada en el conocido como ‘Cinturón de Fuego del Pacífico’.
La República de Chile, que limita con Perú, Bolivia y Argentina, es un territorio abrupto, atravesado por la imponente cordillera de los Andes. Su geografía es heterogénea: alberga zonas desérticas, áreas montañosas, estepas e incluso paisajes polares. En su diversidad coexisten climas extremos y amenazas constantes, ya que se trata de una región sísmicamente activa, con numerosos volcanes latentes. Su extensa red portuaria lo convierte en un país estratégico para Latinoamérica, y ha firmado múltiples tratados de libre comercio con países como Canadá, Estados Unidos, China o Australia, así como con sus países vecinos, como el reciente convenio alcanzado con Argentina durante el Congreso Internacional de Enloce 2025 celebrado en Valparaíso.
Según el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, Chile es un país donde los desastres naturales, especialmente los terremotos, ocurren con notable frecuencia y pueden tener efectos altamente destructivos. El último sismo de magnitud considerable se registró el pasado mes de agosto, afectando a zonas antárticas y justificando la activación de todos los protocolos de emergencia.
Detección y reacción temprana
La preciosa ciudad portuaria de Valparaíso, situada en la zona central de Chile, cuenta con un tejido urbanístico tradicional adaptado a las colinas que la rodean, y su barrio histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad hace más de veinte años. Su enclave natural, su ubicación sobre fallas activas y su llegada al mar en pendiente la hacen especialmente propensa a sufrir incendios, terremotos y tsunamis, contexto que afrontan con un férreo sistema de prevención y respuesta que busca garantizar la seguridad de sus habitantes.
Aunque el país ha ido avanzando en la previsión de acontecimientos, articulada por la un organismos nacionales, se consideró necesario crear un instrumento regional permanente para coordinar las acciones de prevención, preparación y mitigación de desastres, recogidas en el Plan Estratégico Nacional para la Gestión de Riesgo de Desastres (2018-2030), publicado por el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED). En el se recogen las principales amenazas de origen natural a las que se expone Valparaíso, entre las que destacan:
- Sismos y Tsunamis en todo el borde costero continental e insular.
- Incendios forestales.
Desde la Dirección Regional de Valparaíso se propusieron convertir la reducción del riesgo en una prioridad local con una sólida base institucional, con el objetivo de fortalecer los sistemas de monitoreo y alerta temprana, fomentar la cultura de prevención y aseguramiento ciudadano y reforzar la preparación ante desastres para lograr una respuesta eficaz.
El mar: sustento y advertencia
A lo largo de su historia, Chile ha sufrido tsunamis demoledores, como el generado por el terremoto de Valdivia en 1960, la catástrofe más devastadora sufrida hasta día de hoy en la región. Según el SENAPRED, Valparaíso está en alerta constante por la posibilidad de sufrir grandes sismos y tsunamis, lo que exige medidas preventivas y una ágil coordinación ciudadana. Para hacer frente a estos riesgos, la provincia ha implementado una serie de medidas que refuerzan la capacidad de la ciudad para proteger a sus habitantes. Uno de los principales avances ha sido establecer rutas y planes de evacuación, diseñados para alcanzar zonas seguras en caso de emergencia.
Uno de los organismos más importantes a la hora de poner en marcha los protocolos de emergencia es el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (SHOA), responsable de monitorear el comportamiento del suelo oceánico y de las mareas, además de emitir alertas en caso de tsunami. Junto con el SENAPRED, coordina las fases de seguimiento, previsión, alerta, alarma y extinción de emergencias. En cada una de ellas se activan medidas específicas, desde la evacuación preventiva hasta el despliegue de efectivos en zonas afectadas.
En Valparaíso, más de 116.000 personas viven en zonas vulnerables según las Cartas de Inundación por Tsunami (CITSU) elaboradas por el SHOA. En caso de amenaza, y según las evaluaciones que realice el Sistema Nacional de Alerta de Maremotos (SNAM), se llevará a cabo un aviso a la población a través de medios oficiales, y del Sistema de Alerta de Emergencias nacional que envía mensajes de texto a todos los usuarios que se encuentren en zona de riesgo. Además, y de manera regular, se realizan campañas informativas y simulacros en colaboración con escuelas, municipios y servicios de emergencia para fomentar una conciencia colectiva de prevención y evaluar, a su vez, la eficacia de los protocolos establecidos en la región.
La amenaza latente de los incendios
Las condiciones geográficas y climáticas de Valparaíso la hacen proclive a sufrir incendios: el aumento de las estaciones secas y la alta presencia de vegetación exótica pirógena incrementa su vulnerabilidad. Muestra de ellos es el gran incendio que arrasó la provincia en 2024, y que dejó 135 víctimas mortales y más de 11.000 hectáreas abrasadas, en su mayoría bosques forestales (53%) y pastos arbustivos (39%).
La idiosincrasia urbana ha dificultado su prevención y actuación: su expansión abrupta y desigual, junto con los escasos recursos hídricos en áreas periurbanas, obstaculizan las labores de control cuando el fuego se desata, permitiendo que los incendios avancen rápidamente y afecten viviendas e infraestructuras críticas.
Para hacer frente a esta complicada situación, el Plan Regional de Emergencias por Incendios Forestales establece una escala de prioridades para proteger, primero, a las personas y centros poblados, seguidos de los parques nacionales, las reservas de biodiversidad y los espacios forestales.
Cuando en caso extremos las capacidades locales -como los efectivos de la corporación forestal (CONAF) o los cuerpos de bomberos- se ven sobrepasadas, se coordinan con el SINAPRED, que aporta con celeridad efectivos regionales, nacionales e incluso internacionales si la emergencia lo exige. El reto es constante y creciente. Según la Política Nacional para la Reducción de Riesgos de Desastres, es necesario tanto fortalecer las capacidades existentes como desarrollar nuevas, con el objetivo de convertir a Chile en una región resiliente ante esta nueva realidad climática.



