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“Nuestra región, en materia de energía renovable, tiene un potencial enorme, y mucho no ha sido aún explotado”

La Organización Latinoamericana de Energía, una institución de carácter público intergubernamental, fue constituida en noviembre de 1973 con la misión de contribuir a la integración, el desarrollo sostenible y la seguridad energética de la región. Al desafío histórico de terminar con las brechas existentes entre los distintos países miembros, en los últimos años se ha sumado el compromiso de transición energética que a nivel global apuesta por la viabilidad renovable y sostenible del sector. Alfonso Blanco, Secretario Ejecutivo de OLADE, nos habla de cómo afronta el reto la región y de cómo se está adaptando a este nuevo escenario internacional.

Sinopsis del  escenario energético actual en la región Latinoamericana extraída del diálogo con Alfonso Blanco:

  • Bolivia tiene una necesidad importante de establecer los mercados futuros de gas natural, con un escenario de apertura de ventas hacia Brasil, y eso también modifica fuertemente lo que es el desarrollo de exportaciones y también supondrá proyectos de infraestructura compartidos.
  • En Chile hay un plan muy ambicioso para retirar las plantas de generación eléctrica a carbón y la sustitución de parte de esa generación con gas natural.
  • Perú tiene una agenda bastante definida en la incorporación de renovables, y tiene iniciativas de cooperación con Chile.
  • Argentina precisa comprobar qué cabida tendrá el desarrollo de renovables en la nueva administración de gobierno.
  • En el caso de Brasil hay una necesidad de utilizar los excedentes de gas natural, y por tanto de expandir el mercado interno.
  • Hay una incertidumbre importante en la evolución de México, con una cartera de proyectos importante que se ha desarrollado a un ritmo quizá no tan acelerado como se esperaba, y por eso es un gran desafío.

La transición energética en Latinoamérica

1.       Nos encontramos en un momento de transición energética a nivel global, ¿cómo se está desarrollando en Latinoamérica?

América Latina y el Caribe conforma la región más verde del planeta. Un 25% de la energía es renovable, y la realidad es que gran parte de esa matriz viene condicionada por dos elementos. Primero, por la historia de generación eléctrica de la región, con una impronta muy importante en la participación de la hidroeléctrica.  También es importante el rol que tiene la biomasa, con un uso que está bastante por encima de la media global. Es un elemento especialmente importante porque no solo entra como activo a nivel residencial, sino que está presente en biocombustibles y como fuente para el sector industrial como aprovechamiento sostenible.

Otro aspecto a tener en cuenta es que tenemos una muy baja participación del carbono en comparación con el resto del mundo. Las energías renovables no convencionales (solar, eólica, geotérmica, etc.) se están incorporando de forma gradual a la matriz energética de la región, siempre con el liderazgo de aquellos países con un ecosistema propicio para el desarrollo de este tipo de energías.

Sin embargo, hemos de tener en cuenta que a pesar de que se están incorporando a buen ritmo, la demanda sigue siendo superior. Esto significa que si la región no intensifica la agregación irá perdiendo gradualmente renovabilidad. Existen países rezagados en este avance, y el desafío del sector es derribar esta brecha de desarrollo. Contamos con tres países que tienen prácticamente un 100% de renovabilidad en su matriz de generación: Paraguay, Costa Rica y Uruguay. También tenemos otros con una alta participación, como Chile, Brasil o Argentina.

Contamos con tres países que tienen prácticamente un 100% de renovabilidad en su matriz de generación: Paraguay, Costa Rica y Uruguay. También tenemos otros con una alta participación, como Chile, Brasil o Argentina.

2.       ¿Cuáles son los objetivos y la misión de OLADE para participar en este avance?

OLADE está profundamente comprometida con el desarrollo de políticas a largo plazo que incorporen los compromisos de transiciones energéticas. Hablamos de transiciones, en plural, porque el camino para lograr una economía lo más descarbonizada posible es distinto dependiendo de la dotación de recursos del país, del esquema de acceso a financiamiento, de las capacidades internas y de otros muchos aspectos individuales. Pero sí existe una dirección común y clara de descarbonización, enmarcada en la Declaración de Lima de la última reunión de ministros, cuyo documento refleja la posición política de las regiones en esta materia.

Para vencer la brecha entre regiones que mencionaba antes, también es necesario que las lecciones aprendidas en los procesos iniciados por los países que van en cabeza puedan incorporarse en los que aún no lo hicieron, y en este aspecto también es importante el papel de OLADE.

3.       ¿Cómo definiría el escenario actual en el que se encuentra?

En este sentido quiero volver a señalar que cuando hablamos de un 25% de participación de renovables nos referimos al promedio de toda América Latina y Caribe, pero la realidad es completamente distinta si la analizamos por partes. Por eso desde OLADE desplegamos nuestra labor teniendo en cuenta la coyuntura de cada región, y después bajando a la realidad de cada país. El trazo de la situación del Caribe no sería el mismo si tomamos como referencia Trinidad y Tobago o a la realidad que enfrenta Cuba, por ejemplo. En ese sentido hay que entender cuál es el comportamiento del sector por cada una de las subregiones.

4.       ¿Podría decirnos cuál es el potencial de crecimiento de la región? ¿Hay alguna buena práctica de algún país en concreto que le gustaría destacar?

Nuestra región, en materia de energía renovable, tiene un potencial enorme, y mucho no ha sido aún explotado. Por ejemplo, el potencial eólico. En el sur de Argentina se están inaugurando parques eólicos en este momento con factores de planta que superan por mucho el 50%. Son niveles poco observados en otras regiones del planeta. A nivel de recursos tenemos una gran capacidad, y muchos de ellos están siendo incorporados bajo mecanismo de mercado. Esto significa que no incorporan fuertes subsidios o alteran el esquema de composición de precios, lo que le da al sector una probable sostenibilidad a largo plazo. La energía eólica compite en precios para el sistema con un ciclo combinado de gas natural.

¿Algún caso destacable de la región? Son muchos los países que iniciaron procesos profundos y exitosos en materia de eficiencia energética. Tenemos el caso de Uruguay, cuya matriz estaba compuesta por un 60% de renovables en 2005, y terminó 2018 con un 98%. Todo se dio a partir de procesos de incorporación por parte de energía renovables, comenzando con eólica y solar y generación eléctrica a partir de residuos de biomasa. Este proceso se dio con modelos de negocio muy interesantes, donde existió participación pública y privada, con una estructuración financiera muy atractiva. Otro caso interesante es Brasil, que ha desplegado un modelo de desarrollo eólico muy efectivo, o Argentina, que transitó un proceso de generación bastante innovador, tratando de listar los riesgos país que en ese momento estaban presentes. Muchos países han tomado como referencia estos casos. De alguna forma, todos los procesos se han ido retroalimentando de experiencias previas.

En el sur de Argentina se están inaugurando parques eólicos en este momento con factores de planta que superan por mucho el 50%. Son niveles poco observados en otras regiones del planeta.

5.       Precisamente con el objetivo de fortalecer al sector a partir de estas sinergias, OLADE está apoyando la sistematización de la información energética. ¿Cuánto han avanzado los países en este propósito y cómo puede el éxito de este plan contribuir a la armonización de los distintos mercados?

OLADE es el repositorio oficial de información energética para toda América Latina. Disponemos de datos desde 1970. La primera acción que tomé cuando asumí mi cargo en 2017 fue liderar estos sistemas de información. Eso se convirtió en un efecto dominó, porque abrir el acceso a los archivos derivó en un proceso de mejora y modernización. Contamos con numerosos apoyos en la generación de esta información, que acompañan en un proceso de trabajo muy de la mano de la Agencia Internacional de Energía. La región debe disponer de información confiable, transparente, porque es la base para la toma de decisiones efectivas, tanto políticas como por parte de los actores privados. Para ello tenemos proyectos específicos de optimización, y estamos tratando de cubrir los huecos identificados, mejorar la captación de información institucionalizada y, una vez que la tenemos, la procesamos y colocamos en plataformas que sean viables para cualquier usuario.

Nos enfrentamos a un sector cada vez más dinámico, en el cual las nuevas técnicas de información, movilidad, almacenamiento y generación distribuida están sobre la mesa, y dependen de las políticas activas para su desarrollo.

6.        ¿Qué desarrollos facilitará la innovación tecnológica y cuáles son las tendencias prioritarias para las grandes energéticas?

El sector energético está en un proceso de cambio, y hay una migración desde ese modelo tradicional que estaba conformado por empresas bastante estáticas que tenían un vínculo con sus consumidores muy vertical. Ahora, a partir de las nuevas tecnologías de la información, se está incorporando movilidad. Las compañías empiezan a tener relaciones mucho más dinámicas con sus clientes, y esto genera flujos de información que modifican completamente la concepción histórica del sector y los modelos de negocio.

En este punto debemos tener en cuenta el marco regulatorio que pueda proyectarse en esta nueva realidad, lo que supone un gran desafío para la región. Los marcos regulatorios fueron diseñados para un sector completamente distinto al que estamos observando en estos momentos y por lo tanto en muchos países los contratos de concesión para las empresas del sector fueron diseñados en otra época y con realidades completamente distintas. Nos enfrentamos a un sector cada vez más dinámico, en el cual las nuevas técnicas de información, movilidad, almacenamiento y generación distribuida están sobre la mesa, y dependen de las políticas activas para su desarrollo.

7.       Si pudiéramos señalar las tendencias clave del sector en este momento, ¿cuáles serían?

Vuelvo de nuevo a la dinámica que está marcando la tecnología de la información, a partir de redes inteligentes, que está favoreciendo la movilidad eléctrica. Otro elemento importante es el rol del gas natural en la matriz energética: tendrá una gran participación. Debemos tener presente que Argentina está desarrollando sus reservas no convencionales, al igual que Brasil.

8.       ¿Podría hablarnos en concreto del uso y potencial de la energía solar en la región?

La solar se está convirtiendo en una de las energías de menor costo en aquellos países con disponibilidad del recurso. Chile, Perú y México han desarrollado procesos de licitaciones y el precio está muy por debajo de las alternativas de suministro. Todo esto en materia de generación a gran escala.

Otro elemento importante es la generación distribuida, la generación conectada directamente a la red de distribución que puede estar siendo desarrollada para el autoconsumo y para dar aportes a la red. En este segmento, tendrá un nivel de desarrollo muy importante en aquellos países que ya han incorporado políticas para promover esta fuente de energía. Cuando se une la posibilidad de recurso y un ecosistema favorable para este tipo de iniciativas se potencia el desarrollo.

El sector energético está en un proceso de cambio, y hay una migración desde ese modelo tradicional que estaba conformado por empresas bastante estáticas que tenían un vínculo con sus consumidores muy vertical

9.       ¿A qué segmentos energéticos aporta mayor valor la industria aseguradora?

Con el vigente desarrollo de proyectos, el rol de las grandes aseguradoras es cada vez más relevante, porque los países han logrado desarrollar un marco propicio para este tipo de proyectos con participación del sector privado. Las oportunidades se centran en segmentos cuyos riesgos están más controlados, como la energía solar y la eólica. Creo que aún nos falta cierta sofisticación, no es lo mismo desarrollar un proyecto eólico ahora que quince años atrás, porque los riesgos están mucho más detectados. La oportunidad está en los elementos de riesgo que están asociados fundamentalmente a parámetros políticos, regulatorios y de tipo cambiario. Un nicho interesante lo encontramos en Argentina, donde el blindaje a partir de riesgos de los proyectos se hizo con un fondo desarrollado con el Banco Mundial. Creo que ahí hay un espacio interesante, ya que el modelo de cobertura hasta el momento no ha recurrido a los actores privados, y ha ido de lado de las multilaterales. La creación de mecanismos específicos de cobertura sería muy interesante para el sector.

En la actualidad las aseguradoras están trabajando muy activamente en la fase de desarrollo de proyectos. Desde el establecimiento de garantía de cumplimiento de oferta, los riesgos a nivel de desarrollo de los proyectos de infraestructura, la cobertura de riesgos en la cadena de abastecimiento, etc. En eso sí tienen un rol muy activo y son un apoyo fundamental del desarrollo. Pero aún no hay una participación por parte de las aseguradoras en esa parte de los riesgos a los que me he referido, de contenido político, cambiario y regulatorio.

10.       ¿Cuál es el papel del gerente de riesgos en las grandes energéticas de la región? ¿Cómo repercute su actividad en la estabilidad del sector? 

Las grandes empresas del sector tienen incorporada la figura del gerente de riesgos, y creo que se ha dado una fuerte profesionalización en el abordaje de los temas de riesgo. La gran mayoría de las firmas más importantes que tiene la región cuentan con un gerente en su estructura, y es algo fundamental, porque de alguna forma esos resultados se están observando. Incorporando este tipo de análisis de riesgo, las empresas están diversificando su portfolio mucho más. Uno observa empresas del sector que tienen filiales a nivel de generación, pero no concentran todos sus riesgos en una sola tecnología, ni reúnen todos sus activos en un mismo mercado.

11.       ¿Sería preciso fomentar una cultura de gestión del riesgo en las empresas energéticas latinoamericanas? ¿Cuáles serían los pasos para lograrlo?

En este punto debemos volver a recordar la existencia de brechas considerables. Las grandes compañías que operan en la región tienen internalizada la cultura del riesgo, y muy bien integrada. No es lo mismo hablar de una gran firma, con participación prácticamente en todos los países de la región y que maneja un portfolio muy diversificado, que de empresas bajo control estatal, que operan en algunos países y que de alguna forma están blindadas a un monopolio legal. Es completamente distinto el análisis de estos dos escenarios. El primer grupo, sin duda, tienen un alto grado de manejo del sector asegurador. En pequeños operadores el nivel es notablemente inferior. Podríamos decir que la cultura está íntimamente ligada al nivel del sector energético del país.

12.       ¿Qué demanda hacen las empresas energéticas a las aseguradoras de grandes riesgos?

Aunque no tengo información directa y global, sí te puedo hablar algunos proyectos en los que estamos trabajando desde OLADE para evaluar cuál es la vulnerabilidad ante el cambio climático de las hidroeléctricas. Ahí, por ejemplo, hay un espacio identificado de alguna forma por las propias empresas que operan con este tipo de recurso, y una demanda no satisfecha. Debería existir algún tipo de cobertura del riesgo específicamente climático, que aún no está siendo contemplada de manera cierta -aunque sí se empieza a plantear en el sector-. A nosotros nos han manifestado ese interés de empezar a explorar ese tipo de coberturas, aunque a día de hoy podemos afirmar que no existen.

13.       ¿Qué proyectos prioritarios retomarán próximamente los actores del sector energético en la región?

En realidad no se retoman, porque existe una agenda que se viene cumpliendo y que depende de los diferentes países. Por ejemplo, en el caso de Brasil hay una necesidad de utilizar los excedentes de gas natural, y por tanto de expandir el mercado interno. Argentina precisa comprobar qué cabida tendrá el desarrollo de renovables en la nueva administración de gobierno. En Chile hay un plan muy ambicioso para retirar las plantas de generación eléctrica a carbón y la sustitución de parte de esa generación con gas natural. Perú tiene una agenda bastante definida en la incorporación de renovables, y tiene iniciativas de cooperación con Chile. Bolivia, por su parte, tiene una necesidad importante de establecer los mercados futuros de gas natural, con un escenario de apertura de ventas hacia Brasil, y eso también modifica fuertemente lo que es el desarrollo de exportaciones y también supondrá proyectos de infraestructura compartidos. Hay una incertidumbre importante en la evolución de México, con una cartera de proyectos importante que se ha desarrollado a un ritmo quizá no tan acelerado como se esperaba, y por eso es un gran desafío. Este, a grosso modo, sería el esquema y la dinámica que se da en cada región.

Alfonso Blanco Bonilla ocupa desde inicios de 2017 el cargo de Secretario Ejecutivo de la Organización Lationamericana de Energía, cargo electo por la Reunión de Ministros de Energía de América Latina y el Caribe para el periodo 2017-2020, y relecto por la sesión celebrada en Lima (Perú) en noviembre de 2019 para 2020-2022, Es ingeniero industrial mecánico por la Universidad de la República de Uruguay, Máster en Administración y Negocios de la Universidad ORT y diplomado en Economía por la Universidad de la República Oriental de Uruguay.

Posee una amplia trayectoria como especialista en Energía en Latinoamérica, destacando en temas regulatorios, política energética, formulación y evaluación de proyectos, desarrollo de negocios y modelos de financiamiento. Previamente a su actual cargo en OLADE, fue consultor para el Banco Mundial, BID, CAF y Naciones Unidas, y ocupó funciones de dirección dentro del gobierno de Uruguay, liderando diversos componentes de la transformación energética del país iniciada en 2005.

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