Cristina Leon Vera | 16/07/2025
Este sector, uno de los pilares económicos a nivel global, se enfrenta a un nuevo paradigma marcado por los riesgos climáticos. Estas amenazas pueden generar pérdidas económicas, sociales o ambientales en las empresas e infraestructuras de gran escala de todos los segmentos turísticos.
Algunos de ellos, como las cadenas hoteleras, los cruceros, las aerolíneas o la restauración son el pilar del turismo actual. Las compañías que hay detrás gestionan grandes operaciones que dependen de la estabilidad de diversos factores externos, como la seguridad geopolítica, la sostenibilidad energética, la salud global y, por supuesto, el cambio climático.
Su exposición a riesgos graves es más que considerable. El turismo afronta adversidades crecientes a causa de la crisis climática, como:
- Fenómenos meteorológicos extremos. Ciertos eventos, como tormentas, huracanes, inundaciones, olas de calor o sequías pueden perjudicar a la infraestructura turística. La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) destaca que los efectos de las catástrofes naturales ya son patentes en sector turístico con pérdidas de viajeros y, por tanto, de beneficios.
- Impacto en la salud del turista. El incremento de las temperaturas puede provocar dolencias como deshidratación o golpes de calor, y el clima seco puede generar irritación de las vías respiratorias y otros malestares. La OMS asegura que el cambio climático aumenta la transmisión de enfermedades en zonas tropicales y costeras frecuentadas por turistas.
- Cambios en la disponibilidad de los recursos. Más calor es igual a menos nieve en los destinos de invierno. El aumento del nivel del mar reduce la dimensión de las playas. Y si el termómetro sube, proliferan tanto algas como medusas más cerca de la costa.
- Alteraciones en la estacionalidad. Con mayor temperatura, las temporadas turísticas pueden variar sus fechas, afectando las economías de los destinos típicos de verano. La European Environment Agency ya advierte del desplazamiento de la demanda hacia estaciones más suaves (primavera y otoño).
- Afectación de la biodiversidad. Si desaparecen ciertos animales y plantas, algunas zonas podrían ver reducido su atractivo o, directamente, dejar de ser interesantes.
- Restricciones hídricas o eléctricas. Si hay poca lluvia, el turismo podría experimentar cierta inseguridad en su acceso recreativo al agua. Y si se producen apagones o falta de suministro eléctrico, las consecuencias serían nefastas.
Impacto en el sector asegurador
Para superar estos desafíos, afortunadamente, todavía hay tiempo para tomar medidas estratégicas, estructurales y operativas. Urge llevarlas a cabo, eso sí, porque su impacto puede ser devastador. Los daños económicos de una disminución de la demanda o de la reducción de la temporada turística son inevitables si no se hace algo para evitarlo.
Tal y como asegura ONU Turismo, las olas de calor extremas en Atenas y Roma en pasados veranos -de hasta 45 grados- han provocado el cierre de monumentos como la Acrópolis y adelantado el regreso de los turistas a sus hogares, con las consabidas pérdidas económicas que esto implica.
Además, ciertos destinos serán menos atractivos a causa de los riesgos climáticos, desplazando la demanda a otros considerados más seguros. Aquellos que no adopten medidas para adecuarse, verán afectada su reputación y, muy probablemente, perderán visitantes. Según un estudio del Joint Research Centre de la Comisión Europea, un calentamiento de 3 o 4 grados haría disminuir un 10% el turismo en zonas costeras de Europa (como España, Italia, Portugal o Grecia) y, a la par, aumentar un 5% en las costas del norte.
Los problemas derivados del cambio climático pueden implicar un aumento de costes: las empresas del sector necesitarán adaptarse a los cambios con infraestructuras más resilientes o con la implementación de estrategias de gestión del agua, entre otros. Por todo esto, es de suma importancia que el sector actúe para mitigar el cambio climático a la vez que se adecúa a su impacto incluyendo, además de lo mencionado, la reducción de gases nocivos y la diversificación de su oferta.
Actuaciones en segmentos clave
La necesidad de reducir las emisiones, la escasez de energía en algunas zonas y la presión social están impulsando a segmentos como las cadenas hoteleras a adecuarse. Para ello, muchas están realizando inversiones en sistemas de eficiencia energética, en construcciones resistentes y adaptadas y en alianzas con proveedores locales. El Barómetro Europeo del Alojamiento 2024 reveló que un 41% de los hoteleros europeos prevé un impacto alto o muy alto en los próximos tres años.
Otras áreas del turismo, como los cruceros, condensan una diversidad de vectores de riesgo como problemas en los puertos o tormentas extremas. Además, al operar en aguas de diferentes naciones o internacionales, lo hacen en condiciones climáticas cambiantes. Algunas consultoras, como Staley Consultants, alertan de que el aumento en el nivel del mar podría incluso inutilizar puertos. Pero las navieras están sabiendo adaptarse con nuevos protocolos de emergencia, replanteamiento de rutas y una intensificación en el control de su huella ambiental.
Por otra parte, transportes como las aerolíneas son uno de los más sensibles a los grandes riesgos. Lidian con constantes amenazas como los eventos geopolíticos o las fluctuaciones del precio de los combustibles, pero también con las tormentas y los huracanes. Su respuesta está siendo la diversificación de rutas, la apuesta por aviones más eficientes y el refuerzo de los sistemas de seguridad. Asimismo, están acelerando la transición a hacia aparatos que usan combustibles más sostenibles.
La restauración, fundamental en la experiencia turística, no está exenta de riesgos derivados del clima, como la transformación de los hábitos de consumo, el cambio en la disponibilidad de materias primas o la volatilidad energética. Este sector se está adecuando con productos de proximidad, experiencias gastronómicas más saludables y éticas, apostando a la vez por prácticas sostenibles y desperdicio alimentario cero.
Un turismo resiliente
La crisis climática no es una amenaza futura, sino una realidad que hay que abordar con premura. Por eso, otra acción que favorece la estabilidad de las compañías de este sector a nivel global es la contratación de seguros ante catástrofes naturales, que han pasado a ser una verdadera necesidad. Las grandes aseguradoras ya están detectando un aumento en la demanda de pólizas paramétricas (para huracanes o inundaciones, entre otros) que ofrecen indemnizaciones rápidas ante desastres.
El sector turístico comienza a adoptar una visión sistémica en la gestión de los grandes riesgos. Algunos de los pilares fundamentales están siendo la incorporación de estándares ESG, las colaboraciones público-privadas y la planificación basada en datos. El futuro genera incertidumbre, por lo que la capacidad de adaptación del turismo se revela como una necesidad estratégica. Su protección preserva empleos y economías locales, asegurando una industria que conecta culturas alrededor de todo el planeta, por lo que la resiliencia se impone como una necesidad real.
