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Riesgos Interconectados

Riesgos interconectados: experiencia frente a la incertidumbre

Cristina Leon Vera | 28/10/2025

Los gestores de riesgos en Europa se enfrentan hoy a un entorno donde amenazas distintas están conectadas de manera más profunda. Estas conexiones amplifican su probabilidad, su impacto y su complejidad, lo que exige un enfoque especialmente integrado para su identificación, contención y gobernanza.

Los riesgos no tienen lugar en departamentos estancos. Un conflicto geopolítico puede desencadenar en la aceleración de migraciones laborales, en alteraciones en las cadenas de suministro, pueden complicar la respuesta a un evento climático extremo o aumentar la posibilidad de ciberataques contra infraestructuras críticas. Como apunta la vigésima edición del Informe de Riesgos Globales 2025 del Foro Económico Mundial, se ha pasado de un enfoque sectorial a otro sistémico para anticipar escenarios y cascadas de amenazas.

Podríamos abordan cuatro áreas principales que generan especial preocupación por la posibilidad de ser catalizadores de riesgos en múltiples segmentos:

  • La geopolítica, con desequilibrios de poder, establecimiento de grandes bloques y geoeconomía fragmentada;
  • El capital humano, con las nuevas tendencias profesionales, empresas envejecidas y expectativas de quienes se incorporan al mercado laboral;
  • La aceleración tecnológica, con sus consecuentes amenazas por obsolescencia, ciberseguridad o sesgos de la Inteligencia Artificial;
  • Y, por supuesto, el cambio climático, con sus consecuencias extremas, políticas climáticas o barreras para el desarrollo.

 

Geopolítica: bloques y fragmentación

La arquitectura internacional está cada vez más fragmentada, a causa de las rivalidades entre grandes potencias que usan medidas económicas como herramientas de poder y por la preocupación respecto a la seguridad de las cadenas de suministro estratégicas. La Comisión Europea ha incluido en su agenda de seguridad económica esta realidad, indicando que aumenta los riesgos de presión y suministro de las reservas.

Algunas de las amenazas en este ámbito tienen que ver con la dependencia de los suministros por la exposición a proveedores únicos de materias críticas, como la energía, los minerales o los semiconductores, entre otros. Asimismo, la regulación representa un riesgo por la posibilidad de cambios rápidos en las barreras comerciales y en los controles de exportación que paralicen inversiones o acuerdos. Por otra parte, las operaciones en regiones con tensiones elevadas incrementan la probabilidad de interrupciones y sanciones, implicando una amenaza operativa y reputacional.

 

Capital humano, la dimensión demográfica

Europa acusa una tendencia clave: el envejecimiento de las plantillas en muchos sectores combinado con expectativas profesionales distintas entre las nuevas generaciones de trabajadores. En paralelo, persisten los desajustes entre la oferta y la demanda de habilidades y siguen existiendo muchas áreas con carencias de talento específico para determinados sectores, tal y como desvela la última publicación de Perspectivas de empleo de la OCDE.

Una de las implicaciones para los gestores de riesgos es la sostenibilidad de las competencias críticas, a causa de una previsible obsolescencia del know-how interno si no se atrae, se retiene o se forma el nuevo talento. Además, aparece un riesgo de continuidad, porque las vacantes en puestos clave -como ciberseguridad, operaciones o mantenimiento de infraestructuras- aumentan la vulnerabilidad operacional. También hay que afrontar los cambios en la relación entre empleador y empleado. La nueva fuerza laboral tiene otras expectativas en cuanto a la flexibilidad, perspectivas de futuro o formación continua. Esto obliga a repensar las políticas de Recursos Humanos para preservar la resiliencia organizativa.

 

La aceleración tecnológica, cada vez mayor

El rápido desarrollo tecnológico ha generado tres vectores críticos: la obsolescencia y dependencia de sistemas heredados en infraestructuras críticas, la evolución de las amenazas de ciberseguridad -como ataques a logística o servicios públicos- y los riesgos emergentes asociados a modelos de Inteligencia Artificial (sesgos, vulnerabilidad por manipulación de datos o dependencia operacional).

La adopción tecnológica rápida conlleva riesgos sistémicos por fallos tecnológicos. Como ejemplo, un ciber incidente con un proveedor crítico puede paralizar cadenas de suministro completas. La integración acelerada de IA sin una adecuada supervisión provoca sesgos, nuevas fuentes de responsabilidad legal y, en ocasiones, decisiones poco explicables.

 

El impacto del cambio climático

Que el clima está cambiando e impactando en el mundo es una realidad: olas de calor, inundaciones y múltiples fenómenos extremos se reproducen por todo el planeta. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) y las agencias europeas alertan de un aumento en la frecuencia y la intensidad de eventos y efectos acumulativos de estos. Además, la adaptación y las políticas de transición podrían generar costes a corto plazo y desigualdades entre los territorios, lo que complicaría la resiliencia, tanto pública como empresarial.

Cuando hablamos de riesgos de transición, lo hacemos de cambios regulatorios, impuestos, aranceles o reconfiguración de mercados que impactan en los modelos de negocio, tal y como detalla el Banco Central Europeo en su estudio The intersection between climate transition policies and geoeconomic fragmentation.

No menos importantes son los riesgos físicos directos, como la interrupción logística, daños en infraestructuras o pérdidas de materias primas. O los relativos al desarrollo y la vulnerabilidad, donde las regiones con menor capacidad adaptativa sufren más las consecuencias. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente esto puede crear presiones migratorias y sociales que, a su vez, retroalimentan amenazas geopolíticas y de mercado.

 

La interacción de los riesgos

Todas estas amenazas lo son por sí mismas, pero también por el efecto cascada y las retroalimentaciones que conllevan. Un ejemplo planteado por la Comisión Europea es el siguiente: se produce un shock geopolítico de envergadura, como resultado, tiene lugar una interrupción energética y esta conduce a presiones inflacionarias. A su vez, estas generan estrés en las plantillas y recortes en la formación y ¿qué pasa entonces? Que aumenta el riesgo operativo y la exposición a fallos tecnológicos.

La Agencia Europea de Medio Ambiente también explica cómo interactúan los riesgos climáticos. En el caso de un evento extremo como una inundación, pueden verse comprometidos los centros de datos o infraestructuras logísticas, derivando en incidentes cibernéticos y caídas del servicio. Todo esto tendría un efecto cadena sobre los servicios financieros y de movilidad. Por supuesto, estos son algunos de los detonantes más destacados, pero no los únicos. No podemos olvidarnos de la pandemia mundial por covid, que afectó a todos los sectores desde la política, con posiciones opuestas para la gestión, hasta la economía con reducciones generalizadas del PIB o impactos sociales y laborales de diversa índole.

 

¿Qué pueden hacer los gestores de riesgo?

Llegados a este punto ¿qué pueden hacer los gestores de riesgos? Pues según la Comisión Europea, la OECD, el Foro Económico Mundial o la Agencia Europea del Medio Ambiente, existe una serie de medidas concretas que se pueden adoptar, como el establecimiento de un marco de riesgos sistémico y por escenarios; la elaboración de un mapeo dinámico de dependencias críticas; la inversión en capital humano y retención del talento; la mejora de la ciberresiliencia por diseño; la integración de las amenazas climáticas en la gestión de activos; y la coordinación interorganizativa y la participación público-privada.

Actualmente no es suficiente con replicar prácticas pasadas, porque el entorno es cada vez más complejo, los riesgos no se pueden abordar individualmente por su interconexión y, como hemos visto, los efectos pueden propagarse en cascada. Un enfoque integral es la vía más práctica para aprovechar la experiencia y transformar la incertidumbre en una capacidad resiliencia competitiva.

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