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Geoeconomía fragmentada

Fragmentación de la geoeconomía: un nuevo mapa de riesgos globales

Cristina Leon Vera | 11/09/2025

El panorama mundial es más cambiante que nunca. Los nuevos modelos de bloques económicos enfrentados imponen barreras que dificultan la actividad de los mercados. La estabilidad de las cadenas de suministro afronta grandes desafíos y las empresas se están viendo obligadas a redefinir su estrategia global.

Hemos experimentado una globalización más o menos fluida durante mucho tiempo, pero el orden mundial está dando paso a un nuevo estadio geopolítico al que llamamos “geoeconomia”. Las economías han dejado de operar bajo un sistema integrado para hacerlo en una alineación de bloques con intereses comerciales y estratégicos divergentes.

Esta transformación está alterando el mapa del comercio internacional y reescribiendo los actuales riesgos empresariales. Hoy en día, las disputas geoeconómicas se caracterizan por restricciones tecnológicas, barreras normativas e imposición de sanciones y aranceles. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que las crecientes tensiones geopolíticas están impulsando una ruptura en los flujos globales de comercio, inversión y tecnología.

La interdependencia, antes garantía de estabilidad, es ahora vista como una vulnerabilidad. Las multinacionales, especialmente aquellas con cadenas de suministro repartidas por diferentes países, deben adaptarse a esta nueva realidad más incierta y volátil.

 

Más presión para las cadenas de suministro

Uno de los efectos más evidentes de la fragmentación es la creciente presión sobre las cadenas de suministro globales. Con el objetivo de reducir la exposición a conflictos geoeconómicos, las empresas están tomando medidas como la diversificación de proveedores, el acopio preventivo de componentes clave o el rediseño de rutas logísticas.

La eficiencia y la protección económica ya no son los únicos objetivos: ahora se busca resiliencia ante eventos inesperados. Los sectores más dependientes de materiales críticos o mercados internacionales, como la automoción, tecnología o energía, son los más afectados. Por esta razón, están basculando hacia modelos más robustos que ofrecen mayor seguridad ante posibles contingencias geopolíticas.

En foros de alto nivel, la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha detallado que no existe ningún país que tenga una visión completa sobre las cadenas globales. Por ello, es crucial fomentar la cooperación internacional y utilizar herramientas multilaterales para fortalecer la resiliencia ante riesgos y eventos inesperados.

 

Menor estabilidad, mayor planificación

La situación actual ha complicado la gestión de riesgos empresariales. Las empresas se ven forzadas a incorporar variables geoestratégicas en su toma de decisiones, desde la elección de los lugares de producción hasta la firma de acuerdos comerciales. Los modelos de frienshoring y nearshoring están ganando fuerza.

Las decisiones que antes se basaban solo en factores económicos o normativos ahora deben considerar aspectos políticos, diplomáticos e incluso militares. La capacidad de planificación y la capacidad de anticipación son activos fundamentales en la situación actual. Tal y como indica el Foro Económico Mundial en su ‘Global Risk Report’ de 2024, las tensiones geopolíticas latentes combinadas con la tecnología generarán nuevos riesgos de seguridad.

A pesar de que algunos expertos hablan ya de “desglobalización”, lo que parece estar emergiendo es una globalización con límites. Este proceso podría convertirse en el nuevo paradigma del comercio global: más selectivo, condicionado por afinidades políticas y sujeto a regulaciones que priorizan la seguridad.

Un claro ejemplo de este fenómeno es la reciente estrategia de Estados Unidos para asegurar su autonomía en sectores clave. Aunque se trata de un caso específico, refleja una tendencia creciente tanto en los mercados desarrollados como emergentes.

 

El mundo en bloques

El mundo se está fragmentando en bloques que definen sus propias reglas, incluidas cadenas de valor y alianzas tecnológicas. Recientemente, EE.UU. ha liderado una política de desacoplamiento parcial de China con el objetivo de proteger algunas industrias estratégicas. Esto se traduce en restricciones a la exportación de tecnología, controles de inversión extranjera y subsidios para la relocalización industrial. A este bloque se han unido Canadá, Japón, Australia, Corea del Sur y la Unión Europea, aunque esta última desde una perspectiva de autonomía estratégica.

Por otro lado, China está promoviendo su autosuficiencia tecnológica y energética, mientras estrecha lazos con aliados no occidentales a través de iniciativas como la ‘Belt and Road’ para fomentar la cooperación transcontinental. Además, está firmando acuerdos comerciales con países de Asia Central, América Latina, África y Oriente Medio.

Rusia, actualmente aislada por sanciones occidentales, busca nuevas alianzas fuera del sistema financiero global dominado por Occidente.

Mientras tanto, países como Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica o México intentan mantener una postura neutral, promoviendo una arquitectura financiera paralela sin romper sus vínculos económicos con Europa o Estados Unidos. Este grupo se ha convertido en terreno de competencia entre bloques.

La fragmentación podría tener un impacto significativo en la economía mundial. Según un estudio de la OMC, si el mundo se dividiera en dos bloques comerciales distintos, el PIB global se reduciría un 5%.

 

La nueva normalidad

Las multinacionales, como hemos visto, están adaptándose a estos nuevos escenarios. Los tratados internacionales se basan cada vez más en la seguridad y la resiliencia, promoviendo un comercio más segmentado, donde las cadenas de suministro buscan cercanía tanto geográfica como política.

Esto exige una profunda reconfiguración de sus modelos de negocio. Adaptarse al cambio ya no es suficiente; las empresas deben anticiparlo, comprender sus causas estructurales y diseñar respuestas ágiles y sostenibles. Además, deben encontrar la protección adecuada.

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