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Informe de riesgos FERMA

Cambio e incertidumbre: anatomía de los riesgos globales

FERMA ha elaborado un informe que aborda las principales amenazas que afrontarán los gestores de riesgos en Europa, brindando la perspectiva necesaria para establecer estrategias a largo plazo ante un horizonte complejo y una realidad en cambio constante.

Con la ayuda de expertos en diferentes ámbitos, y apoyados en un comité de estudio, se ha publicado NEXT (New EXposure Trends), que “pretende ser una herramienta de reflexión” para los profesionales, favoreciendo el debate sectorial sobre la sociedad y la economía global.

Durante la presentación del informe, Philipee Cotelle, miembro de la junta de FERMA y presidente del comité, afirmó que uno de los objetivos principales de la publicación es “poner en relieve las barreras sistémicas que dificultan al tejido empresarial ejercer una gestión de riesgo a largo plazo”. Con este fin, examinaron cuatros grandes áreas críticas: la geopolítica, la aceleración tecnológica, el capital humano y el cambio climático. Cada una de ellas, fue presentada por un colaborador del informe.

 

“Los desequilibrios de poder están provocando conflictos sin resolver”

Para ahondar en las dinámicas geopolíticas que están marcando el panorama internacional, Daria Krivonos, CEO del Copenhagen Institute for Futures Studies, presentó un escenario complejo para la Unión Europea (UE), señalando que estos no son solo “una cuestión de seguridad, sino también de estabilidad y prosperidad a largo plazo”. En este sentido, Krivonos se dirigió hacia tres grandes tendencias críticas: la erosión del multilateralismo, la desconexión con Estados Unidos y el impacto de la desglobalización, que generan un contexto de incertidumbre perjudicial.

“Durante décadas, el mundo ha trabajado en conjunto mediante acuerdos multilaterales -con la UE como un bloque unido-, pero esto ha cambiado”, afirmó, poniendo como ejemplo organismos creados en el siglo XX, como la ONU o la OMC, que están perdiendo peso en los conflictos y, por tanto, la confianza de la sociedad.

Esta falta de referentes ha provocado “desequilibrios de poder” que impiden la resolución de conflictos, como los de Ucrania o Gaza, o la dificultad de alcanzar acuerdos internacionales en asuntos tan relevantes como la regulación tecnológica o el cambio climático. Esta situación se agrava con la tensa relación de Europa con EE. UU., que ha adoptado una política más proteccionista, y tiende, cada vez más, a negociar de forma bilateral con Estados miembros de la UE, debilitando su cohesión.

“El tercer gran factor es la tendencia hacia la desglobalización”, aseguró la experta, recalcando que esta fragmentación, política y económica, está impactando de forma muy negativa en el comercio internacional. “Se están instrumentalizando barreras comerciales, políticas, sanciones… todo se está utilizando con fines geopolíticos, y los cambios son casi diarios”, asegura. Para hacer frente desde Europa, Krivonos recomienda diversificar las cadenas de suministro y fortalecer la adaptabilidad estructural ante posibles disrupciones, lo que supondría superar la “urgente necesidad de autonomía estratégica” en áreas clave como la energía, la defensa y la tecnología. Respecto a la gestión de riesgos, considera que “debemos empezar a considerar los riesgos sistémicos y los escenarios más extremos”, y considerar a la geopolítica como “un riesgo en sí misma”.

 

“Si puedes automatizar tareas, también puedes automatizar ataques”

Durante su intervención, Sebastian Wieczorek, CEO de Mantix, abordó el reto que supone para los gestores de riesgos aprovechar la aceleración tecnológica mitigando la incertidumbre que conlleva: “Nos centramos especialmente en la Inteligencia Artificial (IA) que, aunque no es la única con potencial disruptivo, es probablemente la innovación más destacada en la actualidad”, afirma.

Su principal impacto ha tenido lugar en los modelos de negocio y el mercado, donde las empresas centradas en la IA desde el principio están generando mucha presión sobre compañías más tradicionales. La automatización y el análisis de datos masivos que facilitan, generan también un efecto de atracción gravitatoria, dificultando que las empresas de distintos sectores se diversifiquen: las compañías son cada vez más dependientes de la infraestructura de IA y de las API”.

Otro de los riesgos que conlleva la automatización es el desplazamiento laboral ante tareas automatizables, que provoca una enorme preocupación para sociedades enteras, especialmente aquellas cuya fuerza laboral se basa en este tipo de empleos. Además, esta tecnificación podría implicar una “mayor desigualdad económica, ya que menos empresas ofrecerán más servicios, lo que podría concentrar presencia en el mercado”.

Desde la perspectiva técnica, existen dos preocupaciones fundamentales. Por un lado, la ciberseguridad, ya que la IA habilita ataques sofisticados y herramientas de hacking autónomas fáciles de implantar en infraestructuras automatizadas con gran superficie de ataque. Por otro lado, los sesgos de los sistemas de IA son prácticamente ineludibles en datos entrenados, lo que podría impactar en áreas como la contratación o la financiación, y conllevar responsabilidades legales “que actualmente solo están parcialmente cubiertas por las leyes vigentes”, concluyó.

 

“El cambio climático trae consecuencias extremas y de gran alcance”

Paulino Fajardo, Head of Disputes para EMEA de Herbert Smith Freehills LLP, encaró los riesgos derivados del cambio climático, que tienen profundas implicaciones para las empresas europeas, y que abarcan dimensiones económicas, regulatorias y reputacionales. Si los compromisos internacionales para paliarlo son conocidos, las características de sus peligros son menos evidentes.

En primer lugar, es un riesgo evolutivo, es decir, conlleva consecuencias extremas y de gran alcance. Esto supone que los gestores de riesgos deben conseguir que las empresas se adapten de manera rápida a las directrices y regulaciones -especialmente exigentes en el marco europeo-. También puede requerir que estemos atentos a la inestabilidad financiera consecuencia del cambiante entorno normativo ambiental.

Más desafíos apremiantes: la brecha de protección frente al cambio climático por parte de la industria aseguradora ante los grandes desastres naturales. Las primas más altas y la menor capacidad del mercado asegurador hacen que sea más complejo acceder a planes de protección y reconstrucción: “Los gestores de riesgos tienen menos herramientas, menos recursos disponibles para proteger la vulnerabilidad de las corporaciones que representan, tanto en la transición hacia una sociedad baja en carbono como en la reconstrucción de la estructura cuando se ven afectadas por este tipo de desastre”, advierte. Esta situación traslada la presión sobre la administración pública y los Estados, ante lo que sería necesario que tanto las industrias como los gobiernos crearan fondos comunes o recursos similares para ayudar a resolver la creciente demanda.

El último de los retos sería el fragmentado entorno normativo. Por su parte, la UE ha liderado la implantación de políticas climáticas, pero ha avanzado “en solitario”, sin una respuesta coordinada con el resto de las potencias mundiales. Esta coyuntura ha afectado a la competitividad, ya que el medioambiente ha pasado de ser una cuestión ética a una exigencia legal. “Las empresas deben demostrar progresos tangibles, y la responsabilidad de los gestores de riesgos es sumarles valor tangible para los accionistas y la sociedad”, asevera el experto. Este es una exigencia especialmente crítica para las economías emergentes, donde se percibe como una barrera para el desarrollo, lo que genera tensiones políticas dentro de la UE.

 

“Los jóvenes esperan más equilibrio entre la vida personal y profesional”

Sebastian Wieczorek, CEO de Mantix, volvió a tomar la palabra para hablar de los riesgos derivados del capital humano de las empresas europeas, lo que hace imperativo que las compañías reconsideren sus estrategias de talento, modelos de empleo y planificación a largo plazo. El motivo de esta transformación viene derivado de la necesaria combinación de la vida laboral y personal. Los empleados, especialmente los más jóvenes, demandan un mayor equilibrio entre su vida profesional y personal, lo que afecta a la atracción y retención de talento. “Las empresas que no se ajusten a estas necesidades tendrán problemas para encontrar a personas bien formadas, y tendrán que lidiar con menor lealtad y compromiso corporativo”, asegura el experto, que añade que en este contexto “enfocarse en el bienestar y en la formación es algo esencial, así como repensar las trayectorias profesionales tradicionales”, ya que los empleados pueden cambiar de trabajo con frecuencia.

Otro aspecto demográfico tratado en el informe es el reto de la longevidad y los equipos multigeneracionales: “No solo tenemos una sociedad envejecida, sino que las personas también están en condiciones de trabajar mucho más tiempo y están dispuestas a hacerlo”, aseguró Wieczorek. Esta diversidad en los equipos de trabajo puede asimilarse implementado iniciativas de aprendizaje a lo largo de toda la vida laboral, para que cada sujeto mantenga su relevancia dentro del entorno de trabajo. Además, el experto recomendó que las empresas consideren “planes de retiro o a tiempo parcial para mantener la fuerza laboral trabajando el mayor tiempo posible”.

Tal y como comentó en su anterior intervención, Sebastian volvió a tratar el impacto de la IA en las empresas. “Cada vez más, parte de la fuerza laboral se comportará como gerentes, supervisando no a otros empleados, sino a sistemas de Inteligencia Artificial”, explicó. Esta coyuntura ha revolucionado la manera de analizar las habilidades, donde la capacidad para resolver problemas es mucho más importante que la experiencia básica. “Es crucial que ayudemos a nuestra fuerza laboral a navegar por estas complejidades y a adaptarse a estos entornos de trabajo cambiantes”, concluyó.

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